La declaración de Renta 2012 ya está aquí.

El IRPF ha vuelto a subir. ¿Puede el ciudadano de a pié pagar menos impuestos? ¿Qué podemos hacer?


Si. Aunque no seamos Emilio Botín ni Amancio Ortega, podemos ahorrarnos un dinerito en IRPF. Aunque tampoco tengamos un bufete de abogados ni economistas que nos lleven los papeles.

Lo primero es entender qué es esto del IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas). Es un IMPUESTO, je je, obvio. Es decir, nos viene de “arriba”, no es opcional ni voluntario, aunque no es obligatorio para todos los mortales. Estamos obligados todos los que dispongamos de una única fuente de ingresos y esta sea superior a 22.000 € brutos anuales. También tiene que declarar todos los que tengan más de un pagador, un primero de mas de 11.200 y la suma de los ingresos entre el segundo y tercero sea de mas de 1.500 € al año: por ejemplo, Juan trabaja en un bar y gana 15.000 €, además se quedó parado y cobró 2.000 € de desempleo: JUAN TIENE QUE DECLARAR.

¿Qué es lo que se declara? En realidad se declara poco, porque normalmente Hacienda ya tiene todos nuestros datos y nos los aporta en los populares BORRADORES. Los ingresos se dividen en BASE IMPONIBLE GENERAL y BASE IMPONIBLE DEL AHORRO. En la base imponible general entran ingresos como: nóminas, pensiones, desempleo, alquileres, rendimientos de actividades profesionales... En la base imponible del ahorro entran intereses que nos hayan pagado, dividendos, venta de acciones, inmuebles etc.


La base imponible general paga el impuesto en base a unas tablas que van en proporción a la cuantía de los ingresos. A estos ingresos se les aplican una serie de reducciones. A la suma resultante se le aplican estas tablas que son las que hacen que este impuesto se diga que es progresivo. Es decir, se paga un porcentaje y además este porcentaje varía según lo que se gana, por ejemplo los primeros 17.707 € tributan al 24%, si ganamos más dinero, el resto hasta 15.300 € pagan el 28%. A estos porcentajes se les llama tipo imponible y básicamente el sistema funciona para que quien declara más, paga más: porque es un porcentaje y porque éste es mayor conforme la cantidad aumenta.

La base imponible del ahorro tributa también por un porcentaje (a partir del 21% y puede llegar al 27%).

Así calculamos la CUOTA INTEGRA y a esta le aplicamos las reducciones y deducciones a las que tengamos derecho. Después de hacer estos cálculos, llegamos a lo que es la CUOTA RESULTANTE DE LA AUTOLIQUIDACION a esta le restamos lo que ya hayamos pagado por adelantado: por ejemplo las retenciones que nos hace nuestra empresa en la nómina. Y finalmente tenemos la CUOTA DIFERENCIAL. Si es positiva significa que tenemos que pagar y si es negativa significa que hemos pagado ya de más y nos tienen que devolver dinero.

Volvemos a la pregunta del inicio: ¿Podemos pagar menos impuestos en nuestro IRPF?
La respuesta es: ¡Claro que si! Hay varios instrumentos para pagar menos. Lo más interesante es hacer que se nos aplique un porcentaje menor, esto es, bajar de grupo de cotización, hacer que el tipo sea menor, reducir nuestra base imponible. Para ello hay muchos instrumentos como el ahorro, las primas de determinados seguros, etc. Es conveniente PLANIFICAR la declaración y saber qué cantidad nos podemos ahorrar y que nos conviene en cada momento. No es difícil, no hay que contratar un consejo de asesores, ni ponerse en manos de abogados, ni nada de eso. Sencillamente enseñar tu nómina, tus ahorros y tus gastos a un profesional que te oriente y te aconseje para que no hagas el primo en tu declaración. Tu dinero es tuyo y tú eres quien tiene que disfrutarlo.

Pregunta.